Quirónsalud
Blog de la Unidad multidisciplinar de cáncer de tiroides. Complejo hospitalario Ruber Juan Bravo
Dado el aumento de la realización de pruebas diagnósticas en la medicina de hoy en día, cada vez se detectan más nódulos tiroideos en pruebas de imagen que normalmente se solicitan por otro motivo (ejemplo: TC de tórax, RM de cuello, ecografía de troncos supraaórticos…). Este hecho hace que seamos capaces de diagnosticar nódulos tiroideos sospechosos con más frecuencia y también con menor tamaño.
La prueba principal en la que los endocrinólogos basaremos nuestra actitud inicial ante un nódulo tiroideo será la ecografía tiroidea.
En esta entrada os queremos hablar de los pasos "habituales" que van sucediendo cuando vemos un nódulo en la ecografía tiroidea y sobre todo si este éste resulta ser sospechoso y maligno.
Esperamos que os pueda ayudar para daros una visión general de los pasos que solemos seguir:
En caso de quistes (sólo componente líquido), "pseudonódulos" o nódulos pequeños de aspecto ecográfico claramente benigno es posible que no requiera más seguimiento por imagen.
Siempre es necesario individualizar cada caso según las características del nódulo y del paciente.
Dependerá de los hallazgos de las pruebas, del tamaño del nódulo sospechoso, de si hay ganglios afectados, del grado de sospecha de malignidad, de si hay nódulos en el otro lóbulo, de si tiene hipotiroidismo, de la edad y del deseo del paciente…
Valoraremos una serie de características y se decidirá si se realiza una hemitiroidectomía o una tiroidectomía total.
Ya podemos estar tranquilos.
No todos los carcinomas precisan de una tiroidectomía total.
No todos los pacientes precisan tratamiento con I -131.
Aunque este es el "via crucis" habitual de un nódulo ecográficamente sospechoso y que finalmente resulta ser un cáncer de tiroides, SIEMPRE es necesario individualizar cada caso. CADA PACIENTE Y CADA TUMOR SON DIFERENTES.
Por favor, ante cualquier duda consulta con tu especialista y NO TE DEJES GUIAR POR GENERALIDADES.
Los nódulos tiroideos son extremadamente comunes, en este artículo ya hablábamos de ellos:
(https://www.quironsalud.com/blogs/es/mariposa-cuello/notado-nodulo-cuello-puede-cancer-tiroides).
La Mayoría de los nódulos tiroideos son benignos, la tasa de malignidad es baja, un 5% de los nódulos tiroideos aproximadamente. La prevalencia del carcinoma de tiroides es del 1-2% de la población general, siendo la mitad de ellos tumores menores de un centímetro con baja agresividad.
Los factores de riesgo relacionados con el desarrollo de cáncer de tiroides identificados son:
Los nódulos tiroideos son una patología muy frecuente y con baja incidencia de malignidad y agresividad. Los endocrinólogos tenemos un desafío hoy en día para decidir qué nódulos requieren estudio diagnóstico y evitar la morbilidad asociada a pruebas innecesarias. Entre los datos a tener en cuenta, valoramos todos estos factores de riesgo.
El diagnóstico de carcinoma tiroideo tiene un impacto importante en los pacientes a los que lleva a preguntarse las pruebas y tratamientos que tendrá que realizar, la repercusión en su calidad de vida, si la esperanza de vida será la misma que antes de este diagnóstico… Todo ello puede crear distintos cambios desde el punto de vista psicológico, tales como ansiedad, depresión, frustración o miedo a lo desconocido, entre otros. Por todo ello, los médicos que tratamos pacientes con cáncer debemos abordar este aspecto que puede ser tan importante como los aspectos relacionados con el tratamiento médico y quirúrgico de la enfermedad. Existe una barrera en los médicos que tratamos cánceres tiroideos a la hora de valorar estos aspectos psicológicos y es que sabemos que la mayoría de estos tumores tienen un pronóstico excelente después del tratamiento adecuado, pero eso no nos debe llevar a pensar que el paciente no va a desarrollar este tipo de sintomatología. Una de las razones es el desconocimiento de todo el proceso, con lo cual es importante que en las primeras visitas expliquemos con claridad el buen pronóstico general de estos tumores, los pasos que debemos realizar, los tratamientos y efectos adversos de los mismos, lo cual llevará a que el paciente se encuentre lo más tranquilo posible dentro de la complejidad del tratamiento. Es importante explicar también al paciente que "no ha hecho nada malo" para que se desarrolle en él este tipo de tumor. Se deberá apoyar en su círculo de confianza o recibir terapia psicológica o psiquiátrica adecuada si fuera el caso. También es de interés explicar al paciente que después de la cirugía y/o radioyodo y durante un tiempo vamos a precisar tratamiento supresor como se ha explicado en otro capítulo de este blog y que, como sabemos, es emplear dosis de hormona tiroidea mayores de las indicadas para el tratamiento de un hipotiroidismo convencional y que va a llevar a que se encuentre en una situación de hipertiroidismo subclínico, lo cual puede empeorar síntomas como la ansiedad, la irritabilidad o la dificultad para conciliar el sueño. Sabemos además que los tratamientos pueden producir efectos que, por ejemplo, conlleven cambios en la imagen corporal (cicatrices en la zona cervical, aumento de peso…) lo que puede traer consigo efectos psicológicos negativos. También sabemos que puede impactar en las relaciones familiares, como por ejemplo el aislamiento después de un tratamiento con radioyodo (con especial importancia en mujeres que han sido madres recientemente y están con lactancia materna, cuidadores de personas dependientes…).
En algunas ocasiones, los cánceres tiroideos se diagnostican o progresan a estadios más avanzados, con la sensación en el paciente de llegar a una etapa final de la vida o que no hay posibilidad de tratamiento. Si llega ese caso es importante acompañar como en otro tipo de tumores, apoyados en nuestros compañeros de cuidados paliativos. Pero en muchas ocasiones estar en un estadio más avanzado no significa que "no haya nada que hacer". Se pueden emplear en estos pacientes nuevos tratamientos con radioyodo, radioterapia y fármacos quimioterápicos como terapias dirigidas con cada vez mejores resultados.
La cirugía endocrina no ha sido ajena al desarrollo tecnológico y quirúrgico de los últimos años y ha experimentado diversos avances y transformaciones. Como ya hemos comentado en otras entradas de este blog, cuenta con una baja tasa de complicaciones si se realiza por un equipo entrenado. Una de estas complicaciones o secuelas que ocurre en el 100% de los casos es una cicatriz visible, que, si bien es cierto que cada vez es más reducida debido a la mejora del material quirúrgico y de la propia técnica, en algunos casos el resultado no es el deseable. Aunque el abordaje de elección y más en el cáncer de tiroides sigue siendo a través de una incisión cervical, se han descrito diferentes modificaciones de minimizar el impacto estético de esta cicatriz visible. Entre ellas la última ha sido la endoscopia cervical, descrita ya en los años 90 pero con importantes variaciones especialmente en los últimos años.
Antes de continuar debemos tener en cuenta que la ventaja principal de estos nuevos abordajes es la estética, y deben demostrar, y muchos de ellos lo están haciendo, un perfil de seguridad comparable a la tiroidectomía convencional.
Otro punto importante es que la cirugía a realizar en estos pacientes no debe quedar condicionada por el tipo de abordaje, aspecto particularmente importante en la cirugía oncológica, por lo que el cirujano debe estar completamente familiarizado con la técnica y tener la curva de aprendizaje adecuada.
En el momento actual los abordajes más utilizados como alternativa a la cirugía abierta son:
En general, en estas técnicas el tiempo quirúrgico y el coste asociado, sobre todo si se realiza cirugía robótica, son mayores respecto a la técnica convencional. La ventaja fundamental es la estética con un número de complicaciones en principio comparable con la tiroidectomía por vía abierta, si bien es cierto que existen algunas complicaciones "nuevas" como adormecimiento de la zona, o posibilidad de lesión de algunos nervios que anteriormente no estaban en riesgo, como el nervio mentoniano.
Se acepta que en el caso del cáncer de tiroides, estas técnicas se pueden realizar en aquellos tumores de bajo riesgo y siempre por cirujanos muy experimentados con la técnica. Las tasas de complicaciones descritas en la literatura científica de las grandes series son similares a las de la cirugía convencional, pero hasta ahora la mayor experiencia proviene de países asiáticos, por lo que hay que ser cauto y honesto hasta igualar dicha experiencia.
A modo de resumen podemos concluir que la cirugía endoscópica cervical es una realidad hoy en día, que si bien es cierto es difícil que sustituya de modo completo a la cirugía abierta, sí que debe ser conocida y practicada por cirujanos endocrinos en centros de referencia y en pacientes seleccionados. Aporta una ventaja clara e importante para un porcentaje de pacientes como es la estética, sin un aumento claro de morbilidad en centros de referencia.
Aunque el diagnóstico de cáncer de tiroides durante el embarazo es algo poco frecuente, puede suceder. Teniendo en cuenta que el cáncer de tiroides es de dos a tres veces más frecuente en mujeres que en hombres y que la media de edad al diagnóstico para el carcinoma papilar de tiroides (el más frecuente de ellos) está en 30-50 años, no es extraño que de vez en cuando veamos esta situación en consulta.
El embarazo es una etapa de incertidumbres para la mujer y añadir a todo esto el diagnóstico de cáncer de tiroides puede ser muy estresante para las pacientes y sus familiares. En este post queremos hablaros del abordaje que se suele llevar a cabo en el caso de que se presente un nuevo diagnóstico de cáncer de tiroides en una mujer embarazada. Aun así, siempre hay que remarcar que cada caso es diferente y requiere una valoración individualizada y preferiblemente multidisciplinar (endocrinólogo, cirujano y obstetra).
Lo primero, es importante destacar que la mayoría de los estudios muestran que el diagnóstico de cáncer de tiroides durante el embrazo no supone un empeoramiento significativo del pronóstico a largo plazo. Lo más determinante en estos casos es decidir si es preciso o no llevar a cabo la cirugía durante la gestación y en tal caso, en qué momento se ha de realizar.
En la mayoría de las pacientes, si se trata de cáncer diferenciado de tiroides, dado el carácter generalmente indolente de este tipo de cáncer y por supuesto, si las características lo permiten, la cirugía se suele diferir a después del parto para evitar complicaciones maternas y fetales. Según los estudios parece que este retraso en la cirugía tampoco tendría un impacto significativo en el pronóstico.
La cirugía durante el embarazo está indicada en algunas pacientes con tumores de mayor tamaño, tipos celulares más agresivos, crecimiento rápido o presencia de metástasis ganglionares o a distancia. El momento más indicado para ella es el segundo trimestre del embarazo. En caso de que se decida que la paciente debe ser intervenida es importante que la cirugía se haga en manos de cirujanos expertos para reducir la probabilidad de complicaciones.
En caso de que se decida no intervenir, la paciente debe ser monitorizada ecográficamente todos los trimestres. Si en la semana 24 ha habido un incremento de tamaño significativo o bien han aparecido adenopatías, es probable que se decida intervenir durante el segundo trimestre. Por el contrario, si la lesión se mantiene estable o crece mínimamente o si el cáncer se ha diagnosticado en la segunda mitad del embarazo la cirugía por lo general se diferirá a después de haber dado a luz. En las pacientes en las que se retrasa la cirugía al post parto se debe valorar tratamiento con levotiroxina para obtener una TSH entre 0.3 y 2.0 mU/L.
En caso de que ésta sea tu situación, asegúrate de consultar en centros especializados antes de cualquier toma de decisión.
Blog dedicado a las personas con cáncer de tiroides, para tratar de una forma cercana, comprensiva y amena todos los temas que puedan generar miedos e inquietudes a todos nuestros pacientes.
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