El insomnio infantil es una alteración del sueño que afecta entre el 20%-30% de la población infantil hasta la edad preescolar (datos similares en diferentes estudios incluso en diferentes culturas), y se caracteriza por la dificultad para conciliar el sueño de forma autónoma y/o despertares nocturnos frecuentes durante la noche con incapacidad para volver a dormirse sin ayuda externa (Sleep Onset Association Disorder). Se presenta también en forma de resistencia del niño a acostarse por la noche a la hora estipulada (Limit Setting Disorder) o una combinación de ambos.


En el Insomnio Infantil por Hábitos Incorrectos (Behavioral Insomnia of Childhood: ICD-3: AASM) el tratamiento de elección está basado en las intervenciones conductuales, fundamentadas en los principios de la psicología del comportamiento.

La psicología conductual se encuadra en un marco de compromiso con el método científico que implica, entre otros aspectos, que las intervenciones deben ser evaluables empíricamente. Estas intervenciones terapéuticas se basan en el supuesto de que las conductas y cogniciones "disfuncionales" son susceptibles de ser modificadas controlando los reforzadores que las mantienen.

En general podemos encontrar 3 grandes grupos diferenciados por edades de niños con insomnio. Entre 6 meses y 5 años, entre 6 y 12 años y finalmente el grupo de adolescentes. La forma de presentación del insomnio es similar (insomnio de conciliación y/o de mantenimiento) pero las forma de abordarlo difiere significativamente.

En los niños más pequeños las pautas de conducta se enseñan a los padres para que éstos las apliquen a sus hijos y se basan principalmente en técnicas de "extinción". En los niños mayores (6 – 12 años) es necesaria la colaboración directa del niño y las estrategias terapéuticas (no farmacológicas) giran en torno al refuerzo positivo, las técnicas de distracción y la intención paradójica complementado con la reestructuración cognitiva. En el caso de los adolescentes se debe prestar especial atención a las alteraciones de ritmo circadiano que responderán bien a la cronoterapia aunque habrá que estar atentos a la posibilidad del insomnio secundario a trastornos de ansiedad y/o del estado anímico.

La Academia Americana de Medicina del Sueño (American Academy of Sleep Medicine) realizó una revisión mediante un meta-análisis muy exhaustivo y concluye que las intervenciones conductuales producen cambios fiables y duraderos: el 94% de estudios demuestran que las intervenciones conductuales son efectivas, que más del 80% de niños tratados muestran mejoras clínicas significativas que se mantienen más allá de los 3-6 meses y en ninguno de los estudios revisados se evidencian efectos secundarios indeseados del tratamiento, sino más bien lo contrario.